Gerardo Murillo (Dr.
Atl)
Frecuentemente se identifica a
Murillo como uno de los impulsores de la renovación artística y como promotor
inicial de la pintura mural postrevolucionaria en México. Nunca se adhirió al movimiento muralista. Su participación
se limita a un inicial aprehensión de los espacios plásticos antes del
estallido de la Revolución. Cuando el muralismo se consolidó como
movimiento, la figura del Dr. Atl es ajena a éste. En la década de los años
veinte se mantuvo al margen de la agrupación de pintores en el Sindicato de
Obreros Técnicos, Pintores y Escultores. Fue independiente del movimiento y de
la determinación de líneas de trabajo; también lo fue de los planteamientos de
una estética nacionalista con contenido social, sustentada por la mayoría de
los muralistas.
Los choques ideológicos y
personales que Atl tuvo con algunos ministros le impidieron continuar con su
labor muralista y se refugió en la pintura de caballete.
Diego Rivera
Fue un destacado muralista mexicano de ideología comunista, famoso por plasmar obras de alto contenido social en
edificios públicos. Fue creador de diversos murales en distintos puntos del
centro histórico de la Ciudad
de México, así como en la Escuela Nacional de
Agricultura de Chapingo, y en otras ciudades mexicanas como Cuernavaca y Acapulco, así también algunas otras del extranjero como Buenos Aires, San
Francisco, Detroit y Nueva
York. Fue el esposo de Frida Kahlo.
David Siqueiros
Pintor mexicano, figura
máxima, junto a Diego Rivera y José Clemente Orozco, del muralismo mexicano.
Tributaria de la estética expresionista y la retórica declamatoria que le
exigía su radicalismo político, su pintura aunó la tradición popular mexicana
con las preocupaciones del surrealismo y el expresionismo europeos.
José Clemente Orozco
Muralista mexicano. Unido por vínculos de afinidad ideológica y
por la propia naturaleza de su trabajo artístico a las controvertidas
personalidades de Rivera, Siqueiros y Tamayo, José Clemente Orozco fue uno de
los creadores que, en el fértil período de entreguerras, hizo florecer el arte
pictórico mexicano gracias a sus originales creaciones, marcadas por las
tendencias artísticas que surgían al otro lado del Atlántico, en la vieja
Europa.
Orozco
colaboró al acceso a la modernidad estética de toda Latinoamérica, aunque la
afirmación tenga sólo un valor relativo y deban considerarse las peculiares
características del arte que practicaba, poderosamente influido, como es
natural, por la vocación pedagógica y el aliento político y social que informó
el trabajo de los muralistas mexicanos. Empeñados éstos en llevar a cabo una
tarea de educación de las masas populares, con objeto de incitarlas a la toma
de conciencia revolucionaria y nacional, debieron buscar un lenguaje plástico
directo, sencillo y poderoso, sin demasiadas concesiones al experimentalismo
vanguardista.
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